Riquelme lo controlaba todo, aunque con su displicencia habitual, con ese desmayo, con esa generosidad que desespera. Es tan superior a los otros que por allí deambulan que dan ganas de decirle "chupa Riquelme, chupa". Entiendo que hay ciertos gritos que sólo se pueden hacer en silencio.
Juanma Trueba, GENIAL, como siempre
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